El pillo de Marcel Tomàs

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Dicen que no hay mejor terapia que reírse de uno mismo. No es fácil, pero algunos lo consiguen con creces. Este es el caso del catalán Marcel Tomàs, quien la semana pasada estuvo representando ‘El pillo’ en la Sala Cero Teatro. Un personaje histriónico en la búsqueda de un amor imposible. Pero esta pieza teatral encuadrada en el género de lo absurdo, lleva incoporados otros elementos que convierten la obra de Cascai Teatre en una comedia divertidísima y muy entretenida. Es más, es de estos espectáculos que no quieres que se terminen por más tiempo que pase. Así sucedió.

Texto: Fernando Chacón

Marcel Tomàs es todo un descubrimiento dentro de las artes escénicas. Es un compendio de muchas cosas: actor, showman, payaso sin nariz roja, cantante, un gran improvisador y, sobre todo, un comunicador nato. Lo de menos en ‘El pillo’ es el argumento: un hombre enamorado de una francesa, que no le hace caso por mucho que lo intente y se desplace. Uno de esos amores imposibles que la distancia hace insalvable. Aunque en este caso, nunca se les vio muy unidos.

La puesta en escena es completamente surrealista, absurda. Sin embargo, lo que hace diferente esta pieza, además de su protagonista, son los elementos visuales y sonoros que, en muchos momentos, resultan desconcertantes: una silla que funciona como un taxi; una ambulancia y un coche de bomberos de juguete rodando por el escenario; o un dinosaurio…O la novia de Marcel que resulta ser un maniquí y que vapulea con sonoros guantazos al pobre de su novio.

Y en medio de todo ese surrealismo, surge la figura gigante de un Marcel que se gana al público desde el momento en que sale al escenario. Un tipo simpático, divertidísimo, que se ríe hasta de sí mismo y que convierte a su audiencia en protagonista. De hecho, no tuvo ningún problema en levantar de sus sillones a dos personas, un hombre y una mujer, para apoyar sus sketch. Por cierto que los dos actores improsivados se metieron tanto en el papel que lo bordaron. Sobre todo ella, que parecía formar parte de la compañía Cascai Teatre. Con el nombre de María, se hizo uno con Marcel sobre las tablas. El actor catalán se lo estaba pasando tan bien que no quería finalizar y continuamente improvisaba. Es de estos profesionales que no necesitan un guión para seguir en el escenario. Se las sabe todas. El pillo no es sólo el título de la obra, va más allá. El público se lo agradeció con sonoras ovaciones.

Aunque nadie de los que estábamos sentados queríamos irnos de la sala, Marcel Tomás tuvo que poner un punto y final. Si por él hubiera sido, aún seguiríamos allí. Se despidió, como no podía ser de otra forma, con la canción de un cómico excepcional e irrepetible, como fue Charles Chaplin. Porque Marcel también canta. Desconcierta a todos. Y tiene hasta buen gusto a la hora de decir adiós. Con Chaplin nos dejó un mensaje: Lo importante en esta vida es poder sonreír. Smile! Y así nos fuimos todos del teatro: sonriendo.

¡Gracias Marcel y hasta pronto!

Fotos: Jordi Grasiot

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